jueves, 7 de agosto de 2008

El día que Juan Pablo II anduvo en colectivo

En 1982 el Papa era Juan Pablo II, y vino a la Argentina en una visita muy recordada. Resulta que hasta hizo un recorrido en colectivo desde la basílica de Luján hacia la estación del ferrocarril.
Aquí el reportaje que la revista GENTE le hizo al conductor del colectivo, don Ángel Emilio Milán.

"Cuando uno se levanta a la mañana nunca sabe qué es lo que puede llegar a pasarle ese día". Ángel Emilio Milán (48), gerente de la empresa de transporte Libertador General San Martín de Luján, no se enteró hasta las cinco de la tarde del viernes 11 de junio que iba a ser el encargado de llevar a Juan Pablo II en uno de sus colectivos. Dejando de lado el protocolo y el "Papamóvil" que le habían destinado para hacer el viaje desde la Basílica hasta la estación. Su Santidad prefirió trasladarse en un colectivo: el número 1 de la línea 501 que en primer término estaba destinado al traslado de los obispos y autoridades.

En su relato a GENTE, el señor Milán dijo que "antes de las cinco de la tarde un obispo se me acercó preguntándome si me animaba a llevar al Papa. Se reunieron Paul Marcinkus y otros asesores y decidieron que viajaría en mi colectivo. Tapamos con una bandera argentina y una papal los números y las leyendas del recorrido. Todo quedó como estaba excepto que trajeron una silla de la Basílica y la colocaron a mi lado para que se pudiera sentar el Papa y de ese modo estar más cerca de la gente que lo esperaba a la salida y a lo largo de los seis kilómetros que nos separaban de la estación del ferrocarril. Cuando él subió, no podía arrodillarme porque estaba sentado al volante. Me dí vuelta y le besé el anillo. El viaje fue muy corto, o por lo menos así lo sentí yo. En un momento, mientras la gente lo aplaudía y saludaba a lo largo de las calles me di vuelta y le dije: 'Su Santidad, cuánto cariño hay en este pueblo'. Juan Pablo II me miró y me contestó: 'Molto, mucho, muchísimo'.

No me atreví a decirle más nada, solamente lo miré a través del espejo. Se veía muy cansado y con grandes ojeras. No paró un momento de bendecir a todos los que lo saludaban. Yo no podía creer que lo tenía a mi lado, con su tapado blanco casi rozándome. Cuando llegamos a la estación me bendijo y me miró. Uno de los sacerdotes se le acercó y el Papa le dijo algo al oído. Después bajó. Ese sacerdote sacó de su bolsillo un rosario y me lo dio. El obispo de Mercedes, monseñor Emilio Ogñenovich, antes de irse me alentó para que le escribiera una carta a Juan Pablo II y se la llevara. El se encargaría de hacérsela llegar. Después subió al tren. Yo no pude moverme del lugar en que estaba. Se me aflojaban las piernas. Me quedé recostado sobre el volante mirándolo. No podía olvidarme de su cara, que vi durante todo el viaje reflejada en mi espejo, irradiando paz"

Papa en bondi 01
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Papa en bondi 03
Papa en bondi 04


¡Parada en la esquina, chófer!

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